Las futuras ciudades flotantes

Como casi todo lo que ha ido abandonando la ciencia ficción para convertirse en realidad, esto también lo predijo Julio Verne en 1870, plasmado en su novela seriada  «Une ville flottante».

En su obra, Verne narraba las aventuras a bordo del transatlántico Great East, un lujoso y gigantesco barco de vapor considerado por muchos el antecedente del Titanic, de construcción inglesa, fletado por los franceses, que viajaba de Liverpool a Nueva York.

Desde entonces, ya es habitual que verdaderos colosos surquen los mares pertrechados con los mejores medios tecnológicos, de seguridad y de diseño, con el propósito de transportar miles de pasajeros y de mover cientos de miles de toneladas de mercancías.

Sin embargo, el nuevo concepto de ciudad flotante parece que va más allá de considerar una gran nave como mero medio de transporte. Más bien, se consideraría al mar como el “suelo” de un nuevo negocio inmobiliario dirigido a perfiles de alto poder adquisitivo.

En este sentido se promociona el último proyecto de ciudad flotante que llega desde Miami, de la mano de la empresa Freedom Ship International.

Se trataría de poner en marcha “un lugar ideal para vivir o desarrollar una empresa, una comunidad amigable, segura y protegida con grandes extensiones de espacio abierto de entretenimiento e instalaciones recreativas”, que pasaría el 70% del tiempo frente a ciudades importantes de los cinco continentes y el 30% restante en tránsito.

A la búsqueda de inversores que aporten la cantidad inicial de mil millones de dólares, de hacerse realidad este proyecto, la nueva ciudad tendría 1,372.5 metros de largo, 228.7 de ancho y 106.7 de alto, con capacidad para albergar entre 50,000 a 100,000 habitantes repartidos en 17.000 apartamentos. Contaría, también, con escuelas, hospitales, bancos, aeropuerto, comercios…

Además, la embarcación, pensada para ser cuatro veces más grande que el transatlántico Queen Mary, se desplazaría con los mismos motores  eléctricos que se utilizan en numerosos cruceros, los Azipods.

Al margen de sus características técnicas, las voces más críticas señalan este tipo de proyectos como “paraísos fiscales flotantes”, puesto que se trata de embarcaciones recorriendo aguas internacionales fuera de jurisdicciones específicas.

 

 

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