300 millones de euros. Esta es la cantidad que obtuvieron los piratas somalíes en pagos por rescates en el periodo comprendido entre 2005 y 2012, donde el número de barcos secuestrados frente a las costas de Somalia y el Cuerno de África se cifra aproximadamente en 180.
Este dato se desprende del recién publicado informe elaborado de manera conjunta por el Banco Mundial con la Interpol y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Bajo el título “Pirate trails”, el estudio muestra que gran parte del dinero de los rescates se habría utilizado para financiar una amplia gama de actividades delictivas a escala mundial.
Así, la piratería no sólo tendría consecuencias negativas en cuanto al peligro que suponen los secuestros en sí mismos, sino también en todo lo relacionado con los fondos que mueve esta actividad delictiva.
Los datos que prueban cómo son los flujos del dinero procedente de los rescates se han obtenido a partir de entrevistas con expiratas, funcionarios gubernamentales, banqueros y otras personas dedicadas a la lucha contra este delito.
Se analiza también la penetración de los piratas en el comercio de una sustancia estimulante denominada khat, la trata de personas y otras actividades ilegales que “corrompen el desarrollo de las economías regionales e internacionales”, tal y como señala Stuart Yikona, representante del Banco Mundial y coautor del informe.
Para rastrear el patrón que los autores del estudio denominan “el modelo del dinero pirata”, se examinan las inversiones realizadas por una muestra de 59 “financieros” de la piratería. Se pone de manifiesto que los sectores que se financiaron con dinero de los rescates incluyen tanto negocios legales como delictivos.
En mayor medida, parece que el dinero de los rescates se invertiría en actividades delictivas, como el tráfico de armas, la financiación de guerrillas, el contrabando de inmigrantes y la trata de personas, además de utilizarse para financiar nuevos actos de piratería. También hay evidencia de que se blanquearía a través del comercio de khat, en particular en Kenya, un país que carece de controles en este ámbito y que, por lo tanto, es sumamente vulnerable a los flujos internacionales de dinero ilegal.
En esta particular estructura jerárquica del negocio de la piratería, la figura del financiero ocupa una posición muy destacada y se estima que se quedaría con un porcentaje de entre el 30% y el 75% del dinero de los rescates. Por su parte, los denominados “soldados rasos”, los piratas que actúan en los barcos, recibirían una escasa fracción de los fondos que no alcanzaría ni el 0,1% del total.
La piratería representa para la economía mundial un coste de 18.000 millones de dólares al año porque encarece el comercio. Junto a una reducción en el ingreso de turismo extranjero y el volumen de pesca en la zona, también se han visto afectadas las remesas internacionales, puesto que algunas instituciones financieras asocian a Somalia con los riesgos vinculados a la financiación de actividades terroristas.