Avance lento del cielo único europeo en un espacio aéreo congestionado

Anualmente, 800 millones de pasajeros transitan por los más de 440 aeropuertos europeos. Esto quiere decir que cada día se controlan unos 27.000 vuelos, lo que significa un total de 9 millones al año surcando los cielos europeos. Y es que, además, el 80% de ellos se opera dentro de la UE.

Si se cumplen las previsiones que sitúan el aumento del tráfico aéreo en un 3% anual y en un 50% el número de vuelos en los próximos 10 a 20 años, el colapso puede ser total si no se llega a un sistema integrado y eficaz para la gestión del espacio aéreo.

Así, hay que tener en cuenta que aunque la Comisión Europea puso en marcha el proyecto del cielo único europeo, los avances son lentos.

El proyecto del cielo único europeo se puso en marcha a finales de los 90 para eliminar las fronteras nacionales, buscando la consiguiente mejora en la eficacia al organizar el tráfico aéreo, un aumento en la seguridad y competitividad, así como la reducción del impacto medioambiental. En 2004 se adoptó una primera batería de medidas que, al no arrojar los resultados esperados, fueron actualizadas en 2009.

La realidad, por tanto, es que a día de hoy el espacio aéreo europeo se organiza en función de las fronteras nacionales, es decir, 28 sistemas nacionales de gestión del tráfico, alrededor de 60 centros de control y más de 650 sectores.

Esta gran fragmentación genera, según destacan fuentes europeas,  “una ineficacia que, con frecuencia, se traduce en que los aviones no pueden volar por rutas directas”. En términos prácticos, esta situación pasa una factura de alrededor de 5.000 millones de euros al año porque los vuelos tardan más y el consumo de combustible y sus emisiones de CO2 superan lo que deberían.

Las propuestas que las instituciones europeas negocian en la actualidad pretenden acelerar la reforma de los servicios de navegación aérea teniendo en cuenta los retrasos en la aplicación.

Y lo hacen centrados en dos cuestiones.

Con la primera se quieren alcanzar mayores niveles de eficacia en la navegación aérea. Se entiende que suprimir las fronteras nacionales permitiría crear rutas más cortas y reducir el consumo de combustible, mientras que la separación organizativa y presupuestaria tanto de las autoridades nacionales de supervisión como de las organizaciones de control del tráfico aéreo mejoraría la seguridad y el control.

La segunda gran cuestión planteada es la fragmentación de la gestión del tráfico aéreo. La propuesta es sustituir los 28 bloques nacionales de tráfico aéreo existentes por 9 bloques regionales que ya han sido creados pero que aún no son operativos por completo.

La entrada en vigor de estas reformas depende aún de su aprobación por los Estados miembro y por el pleno de la Eurocámara. Se prevé que la votación del Parlamento se celebre en el pleno del próximo mes de marzo 2014.